De acuerdo al Top Ten of Everything 2008, (que a su vez cita como fuente a la FAO), en el mundo existen 16,695,877,000 gallinas, 1,372,250,974 cabezas de ganado y 1,079,005,851 ovejas. Si agregamos el número total de cerdos (960,847,340), patos, conejos, gansos y pavos, estos superarían a la población humana en una proporción de 4 a 1. Menos mal que no han decidido rebelarse, porque tendríamos un serio problema. Estas criaturas, en su mayoría, están destinadas al consumo humano, y la demanda crece. Por nuestra parte sólo existe el vacío en el proceso que va de la crianza del animal hasta que llega empacado al supermercado; nos limitamos a imaginarlos como en los libros para niños o caricaturas, animalitos sonrientes que viven felices en una granja. Desde que recuerdo, en las noticias siempre hay un reportaje que avisa sobre las (salvajes) prácticas en los rastros clandestinos, y nada se ha hecho por remediar la situación. Aunque existen organismos dedicados a vigilar el trato que le damos a los animales ‘utilitarios’, sus acciones pocas veces son difundidas o llegan al punto de la militancia absurda, como arrojar pintura sobre los abrigos de pieles naturales, una especie de performance ahora convertido en cliché.
En el mundo del arte han sido pocos los que buscan reflexionar sobre este tema, algunas veces de manera frívola. Hubo quien realizó un acto de provocación con gran impacto mediático: en una exhibición ató a un perro callejero frente a un cartel hecho con croquetas; el animal (hambriento) fue contemplado con indiferencia por los asistentes hasta que alguien decidió liberarlo unas horas después. El insustancial argumento que se presentó para justificar el acto contrasta diametralmente con la obra de la artista inglesa Revital Cohen, con su proyecto Life Support, donde los protagonistas son los animales y las ideas (no el ego del creador). El reporte completo lo encontré en la página We make money not art.
Mostrado durante el Royal College of Art Graduate Summer Show, en Londres, Inglaterra, Life Support consiste en diseños que buscan la relación simbiótica entre animales domesticados y el hombre. La pieza emblemática es Respiratory Dog (Perro Respiratorio): un galgo corre en una banda sin fin al tiempo que acciona un pequeño respirador artificial. Estos perros, criados para correr, son muertos por sus entrenadores cuando no dan el rendimiento adecuado o simplemente no tienen aptitudes para esta actividad. En el concepto de RC, el galgo que termina su vida útil puede ser recogido y entrenado para hacer funcionar el dispositivo; al correr sobre la banda, siguiendo una liebre-señuelo como la que solía perseguir en el galgódromo, el movimiento de su pecho acciona una válvula que empuja aire a los pulmones del humano. Otra idea dentro de Life Support es el sustituir una máquina de diálisis por una oveja clonada cuya sangre contiene ADN del paciente; en vez de sacrificarla para reemplazar sus órganos, como parecería ser el destino de estos animales, la oveja serviría directamente de filtro para la sangre del usuario y eliminaría las toxinas por la orina.
Aquí no se trata de piezas de alta tecnología que simulan ser animales, como en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick. En este ejercicio de especulación se le otorga el justo valor a estas criaturas, cuyos organismos –máquinas perfectas–, nos mantienen con vida.
Aunque no por eso me volveré vegetariano.
La página de Revital Cohen