miércoles, junio 04, 2008
Otra nueva temporada
Nos preparamos para cambiar de ambiente.
Por alguna razón me ha gustado comparar algunos sucesos de mi vida como los episodios de un sitcom. Es un chiste local que hay entre Tania y el resto de mi familia y amigos. He descubierto que es una práctica bastante común en los aficionados a la cultura popular estadounidense. La última vez que nos mudamos –de la colonia Roma– envié un correo electrónico con el título 'nueva temporada' para anunciar nuestra dirección. En realidad creo que los únicos sitcoms que me han gustado son Married with Children y That 70's Show.
El domingo pasado, en el suplemento Día Siete de El Universal, leí otro de esos artículos donde critican la programación televisiva local del fin de semana, con el estilo 'la-caja-idiota-esclaviza'; algo no muy difícil en realidad, el tema está de a pechito. Los extremos son malos: si bien es cierto que la oferta actual de programas en la televisión abierta es muy pobre, los canales 11y 22 siempre serán la contraparte que nivele la balanza, aunque también con sus límites; creo que sus programas de relleno son óperas y conciertos de música clásica, justo al otro lado del espectro. Par no variar también critican al fútbol: esta es una pose. En resumen, y salvo honrosas excepciones, la televisión abierta apesta, y a estas alturas es redundante criticarla. La leyenda cuenta que al principio la televisión mexicana, controlada por el gobierno, debía decidir sobre su formato; el inglés, con la BBC como modelo, propuesto por José Vasconcelos, el intelectual, y la estadounidense, propuesto por Guillermo González Camarena, el científico. Al final, como sabemos, se decidió por esta última.
Yo por eso tengo cable. Y los que no deseen ver la tv nacional, pueden salir a caminar, leer, escuchar música, platicar por teléfono o dormirse. Para fines prácticos la TV es solo una opción, la miras o la ignoras.
El capítulo de esta semana es: A empacar de nuevo. Es aquel donde compramos cajas de huevo para meter nuestros triques y en el proceso contamos los motivos que nos han obligado a mudarnos; la casera llora porque nos vamos y los vecinos se alegran.
Qué buena semana.