viernes, febrero 01, 2008
Libros ajenos
Dentro de las cajas de mudanza hubo muchos libros que no pudieron alcanzar los libreros, y mucho menos acaparar un rincón en nuestro pequeño departamento. La mayoría fueron obsequios de editoriales para reseñas en la revista, de temas tan diversos que iban desde la acupuntura hasta enigmas extraterrestres: estos se vendieron en un lote de libros usados por la nada despreciable cantidad de doscientos pesos. La mayoría de ellos aun permanecían con su envoltura de celofán; ya no promovemos la seudociencia. Docenas de revistas, culturales y de interés general, salieron directo a la basura; en algunos casos no recordaba la razón exacta para guardarlas, aunque les di una hojeada para encontrar el artículo o la columna que me habían llamado la atención. Pero también, y más importante aún, encontré un paquete de libros que tienen un significado especial: aquellos que no son míos. Se a quiénes pertenecen, y recuerdo el momento en el que me los prestaron. Muchos los disfruté, en general casi todos ellos. Contra lo que cierta actitud recomienda (y que no entiendo por qué se respeta tanto), me hice a la idea de devolverlos todos en el transcurso de este año. Este fin de semana le tocará a mi buen amigo Gerardo Porcayo recibir un par de ejemplares, de los que escribiré también una breve reseña. A saber, la recuerdo en el momento, no solo por el contexto en el que lo leí, es la novela gráfica Wild Palms (1990) de oscura fama que fuera llevada a la televisión por Oliver Stone en 1993.
Ayer, después de casi tres años de ausencia, volví a entrar en mi cuenta de messenger. Me puse en contacto con gente con la que hacía mucho no platicaba. Parientes y amigos me contaron, de manera resumida, sus últimas andanzas. Me emocioné.
Debo aclarar que en esta oficina cualquiera se puede conectar al chat, pero hay gente en escalafones superiores que no ven con buenos ojos esta práctica y lo han vetado de sus equipos de trabajo. Por el momento lo hago de manera clandestina, aunque debo decir a mi favor que tengo una buena justificación (como si me fuera necesario buscar una), y esta es de tipo laboral; el trabajo a distancia permite cierta flexibilidad. Se aproxima el año chino de la rata, y me viene a la mente aquel sensei de las Tortugas Ninja. Chequen la foto (REUTERS, vía EL UNIVERSAL) y las modelos enantadoras.