viernes, agosto 14, 2009

Clímax 00: Los vampiros ganaron

Flotaing is Friday (Vía This isn't happiness)
Esto es otro asunto de forma, no de contenido. Hace poco mencioné en Twitter que la serie de televisión True Blood era el 90210 de los vampiros. Casi de manera instantánea llovieron twitts de odio, algunos exigiendo que justificara mi comentario (como si discutir con fans tuviera sentido). Este melodrama, plagado de clichés, en línea con las novelas y películas románticas-sobrenaturales en boga, es el clímax de una tendencia que venía perfilándose…desde el siglo XIX. Nada nuevo que el romance y los chupasangre vayan de la mano, lo peculiar es que parecen haberse convertido, finalmente, en los monstruos favoritos del mainstream, abarcando el amplio espectro entre adolescentes hasta 'adultos contemporáneos'. A casi nadie le importa el resto de las novelas y películas que trataron el tema en décadas anteriores, algunos de forma más interesante que otra, la gente parece complacida con los gruesos volúmenes de la trilogía para adolescentes de Stephenie Meyer y sus adaptaciones cinematográficas. Nadie quiere o puede acordarse de The Light at the End of The Tunnel (splaterpunk por John Skipp y Craig Spector), Some of your Blood (Theodore Sturgeon), I'm Legend (Richard Matheson, con una película que se cae irremediablemente), Salem's Lot (Stephen King),  Vampire Tapestry (Suzy McKee Charnas), Fevre Dream (George R.R. Martin), Empire of Fear (Brian Stableford)…el mito del vampiro triunfó en el mercado porque su  figura es irresistible, sin embargo se presenta en fórmulas tan desgastadas y complacientes que no exigen mucho esfuerzo para ser digeridas. Ahora sólo los nerds mantendremos nuestra postura de venerarlos a través de sus formas más complejas y/o analíticas (¿escuché por ahí mencionar el Tratado de las apariciones de los ángeles, de los demonios y de las almas de los difuntos de Dom Augustin Calmet?) Ahora hay demasiados vampiros sueltos, tantos que podremos parafrasear al abuelo Emerson de la película Lost Boys (1987): One thing about living in Santa Carla I never could stomach, all the damn vampires.