He pasado los últimos días en la hemeroteca, un acto que luce heroico en esta época en que el tema de la eventual desaparición de las ediciones en papel está dando mucho de qué hablar. Debo agradecer a mi padre el fomentar en mi la curiosidad y el gusto por visitar este tipo de establecimientos. Ya algunos diarios se han dado a la tarea de digitalizar sus archivos, y mientras llegue el momento crucial me la he pasado de lo lindo hurgando entre noticias que de alguna manera hubieran sido olvidadas. Al respecto debo decir que los ejemplares de la Hemeroteca Nacional están muy descuidados, en contraste con las encuadernaciones de la Biblioteca Lerdo de Tejada, en la calle de República de El Salvador, en el centro del DF, y la diferencia es enorme: desde la atención del personal hasta la impecable presentación de los volúmenes y su estado de conservación. Lo mejor, me parece, es que uno puede tomar fotografías sin ningún problema.Durante la última excursión me topé con esta nota sobre la visita del grupo Monkees en julio de 1969: el conjunto prefabricado durante su punto más bajo llegó al país para amenizar un peculiar evento, un almuerzo-show dominical para niños –en contraste con las llamadas 'cena-baile' de los adultos–. Las costumbres del entretenimiento de la época, carajo. Ahora la estrategia de esta clase de grupos no ha cambiado, vean nomás a los Jonas Brothers…
