miércoles, septiembre 17, 2008

Mensaje en una botella (espacial)

Supermarket, NAIC. Imagen NASA

Esta fotografía ha recorrido poco más de 150,000 millones de kilómetros. Forma parte de la selección de imágenes y sonidos contenidos en el ‘disco de oro’ a bordo de las sondas espaciales Voyager I y II; en caso de que alguna civilización extraterrestre lo encuentre, se dará cuenta del aspecto que tenemos y los sonidos que emitimos. Entre la galería del sitio de la NASA, se encuentra una foto que luciría mas bien perturbadora a la vista de una inteligencia alienígena:

Demonstration of licking, eating and drinking, NAIC. Imagen NASA

Pero este no ha sido el único intento por enviar mensajes que anuncien nuestra existencia y describan los hábitos y costumbres que nos caracterizan. La inquietud por comunicarse con otro planetas ha llevado al hombre a crear auténticos ‘mensajes en la botella’, en el sentido que no estamos seguros si estas transmisiones serán encontradas, y mucho menos si los receptores puedan interpretarlas adecuadamente. Uno de los antecedentes más famosos es el mensaje de Arecibo, una secuencia de 210 bytes de información enviada en 1974 desde el famoso radiotelescopio del mismo nombre ubicado en la isla de Puerto Rico. Su destino es el cúmulo estelar Messier 13, a 25,000 años luz. Quienes reciban esta ‘carta’ se encontrarán con una especie de jeroglífico electrónico en código binario que describe nuestro sistema de numeración, código genético y aspecto. 
El dato curioso es que en el mensaje de Arecibo y el contenido del ‘disco de oro’ de las misiones Voyager, la curaduría corrió a cargo de equipos coordinados por el famoso astrónomo y divulgador científico Carl Sagan.

Imagen decodificada del mensaje de Arecibo (1974); la transmisión binaria no tiene información en color. Fuente: Wikimedia Commons

En febrero de este año la  una canción bastante apropiada: Across the Universe de los Beatles, que cumplió 40 años de ser creada (y 50 años del lanzamiento del primer satélite artificial estadounidense); la grabación viaja en este momento a la estrella Polaris (estrella del norte) a 431 años luz de la Tierra. 

Cuarto de control del Jet Propulsion Laboratory al momento de enviar la canción Across the Universe. Imagen: NASA

Aunque estos nobles mensajes han recibido el respaldo total de los gobiernos y la simpatía del público, otro mensaje enviado este año parece haber afectado la conciencia de muchos.

Como una forma de recabar fondos para su programa de radioastronomía, la Universidad de Leicester, Reino Unido, lanzó una convocatoria en asociación con la empresa de botanas que maneja la marca Doritos; los participantes crearían un anuncio comercial en video que sería enviado al espacio como embajador de nuestro planeta. Esto sacó ronchas a más de un científico, e incluso el término ‘prostitución de la ciencia’ salió a relucir en los debates; el propio escritor Warren Ellis (autor de Transmetropolitan) escribió en su blog una entrada con el título Inviting Death from Space, en el califica este acto como algo que habla de la inmadurez de nuestra especie. De cualquier manera, el pasado 12 de junio enviaron el video ganador codificado hacia el sistema 47 UMa, en la constelación de la Osa Mayor, a 42 años luz de distancia. Aunque muchos se lamentan por esta decisión, en realidad creo que no hay mejor manera de decirles a otros seres la clase de mundo que hemos construido; en el video, un grupo de Doritos (los famosos pedazos de tortilla recortados en triángulos), se comportan como una tribu primitiva que le rinde culto a la salsa que los acompaña. En este sentido, no veo mucha diferencia con la foto de la chica en el supermercado; la sociedad occidentalizada tiene buenas representaciones sin recurrir a una elaborada metáfora, las imágenes son contundentes: somos lo que consumimos, y nos tragamos cualquier cosa. Lejos de cualquier percepción negativa, los extraterrestres se podrán reír bastante de la ingenuidad humana y podrán imaginarse la manera tan infantil en la que tratamos a nuestro planeta. Quizá hasta sientan curiosidad por contactarnos, o en el mejor de los casos, al recibir el anuncio de unos nachos que danzan alrededor de un dip, podrían pensar que estamos en graves problemas y acudirán de inmediato en nuestra ayuda.