viernes, enero 12, 2007

Music for the misters


En el cuento ‘La máquina preservadora’ de Philip K. Dick hay una metáfora sobre la música. Un científico decide crear un dispositivo que convierta las grandes obras de la música clásica en animales, de manera que estas tengan vida propia y se reproduzcan, asegurando así su perpetuidad; de otra manera, cualquier otra clase de registro se destruiría con el paso del tiempo. De acuerdo a la intensidad o carácter de la música es el tipo de animales que son creados, desde mariposas con Bach hasta lobos feroces con Wagner. Sin embargo, al dejarlos libres en el bosque, su comportamiento cambia gradualmente. Al recoger unos gusanos y utilizar de manera invertida la máquina preservadora, obtienen las partituras de una música estridente e incomprensible. El científico llega a la conclusión que es el resultado inevitable de su evolución.
No espero que la música del futuro sea parecida a la que escucho hoy día, ni siquiera podría asegurar que me guste. La que actualmente se escucha, tanto en la FM como en los circuitos más ‘indies’ o ‘subterráneos’ (cualquier cosa que signifiquen a estas alturas dichos conceptos), no parecen ser el resultado de una evolución, tanto como la ‘involución’ de la propia historia de la música, aunque se distinguen claramente los primeros pasos a nivel comercial (¡qué tal a los que se asombran con el ‘punk bailable’!). Aun cuando la electrónica demostró ser más versátil e interesante que el rock, ese monstruo institucional y conservador, en este punto no conozco criaturas que estén definiendo una ruta distinta a lo que ya hemos escuchado con anterioridad. Me gustan grupos como Quiero Club, Faca o Los Dynamite, que podrían ser insectos muy divertidos, y creo que Titán está por demostrarse como un animal más grande. A saber, el futuro aun no está escrito y el bosque es demasiado grande.