martes, diciembre 19, 2006

Yabba Yabba Hey



La noticia de la muerte de Joe Barbera, co creador junto con Bill Hanna de caricaturas como Los Picapiedra, se junta con unas expresiones de rechazo hacia una estampilla postal con la imagen del popular 'Gansito'.

Es curioso, pero hay gente que siempre pensó en los apellidos Hanna y Barbera como nombres de mujeres. Los dibujos animados rifan, y nada como los clásicos (algunos). Odié los Supersónicos, pero Tom y Jerry me fascinaban cuando tenía seis años. No podemos criticarlos desde la perspectiva adulta, no son parte de nuestro mundo, dejaron de serlo a partir de nuestra preadolescencia. Ahora hay gente en la onda retro que les rinden culto de manera fanática; I said get a life. No está mal chutarse un capítulo de vez en cuando, de verdad las disfruto, son fábulas hermosas. Hay un capítulo de los Picapiedra donde Pedro P. organiza dos fiestas, una del cumpleaños de su hija Pebbles y la otra de la logia machista más picuda, Los Búfalos Mojados. El único negocio en la ciudad de Piedradura que organiza eventos sociales está administrada por un sujeto muy fino pero distraído, cuyo pretexto para encubrir su ineficiencia es '¿Y qué? Soy el único proveedor aquí'. Gran capítulo, donde las bailarinas y el jugo de cactus fermentado invaden la casa de los Picapiedra; un vecino se emociona y le comenta a su mujer que las fiestas para niños se ponen muy buenas. Todos los dinosaurios tenían opiniones sensatas y ácidas ante las inmadureces de los hombres de las cavernas.
Adiós Joe, yabba yabba doo.

En realidad son pocas las personas que utilizan el servicio postal, y hace mucho que no recibo una carta 'ordinaria'. Cualquier estampilla que se utilice me da igual. La queja de un artista (y según esto filatelista) de Monterrey acerca de la asociación del pastelito-comida-chatarra con la niñez mexicana es solo una lectura bastante anacrónica; absurdo que no se queje del diseño, que es muy feo y poco digno para la mascota que acompañó la niñez de mucha gente, sino del hecho que esta vaya acompañada de otra estampilla donde unos niños que son 'el futuro de México' nos hará pensar en la perdida de valores culturales nacionales. La verdad me suena a que no es más que una nota periodística tendenciosa de la Jornada.

Si la compañía que es dueña de los derechos del Gansito quiere pagar la emisión de las estampillas está en todo su derecho, con el diseño que quiera (lástima de esta versión hip-hopera para celebrar 50 años del ganso). A la gente no le importa, ha vivido con comida chatarra toda su vida, ¿o qué los tacos tienen más valor nutricional por ser 'típicos'? Los niños mexicanos están educados así, y una estampilla, sencilla (ok, aunque no menos inocente) no cambiará a la gente, no va a influir en nadie. Pienso en la novela de H Yépez y el círculo de filatelistas, en la estampilla de Memín Pinguín, y en la veintiúnica carta que recibimos en la redacción de una persona en Sonora que asegura conocer mujeres extraterrestres.

Escucho: Elliot Smith / Speed Trials