lunes, octubre 02, 2006

Modelo nuevo


Al inventariar los pequeños grandes dolores del cuerpo encontré que, superficialmente, la escoriación del borde de las uñas recién cortadas y el barro en el interior de la nariz son de los más agudos. Claro, en el interior se gestan punzadas elementales más incómodas, como el de la gastritis, la migraña o el de la caca retenida cuando no encontramos un baño. La batalla diaria por controlar nuestro cuerpo me hace pensar en Software (1982), de Rudy Rucker, quien supo armar una buena historia de la analogía elemental entre el hombre y la computadora; nuestro cuerpo, al igual que el hardware, se vuelve obsoleto después de una temporada, así que hay que trabajar como locos para mantener un buen envase para transferirle nuestro software, asegurando así la inmortalidad; de no lograr conseguir el dinero suficiente para un nuevo cuerpo, aun tenemos la opción de unirnos a una entidad más grande y conservar de alguna manera nuestra individualidad.
Esto me recuerda que mi amada laptop no está actualizada, es un modelo 2003 con software del 2004. Alguna vez el valet parking de un antro llamado, irónicamente, 'Galaxy', se metió a mi casa con invitación de mi ex-roommate y la robó. Por fortuna la recuperé, a la mala, pero sin las calcomanías que le había pegado y que le aseguraban su individualidad externa; el sujeto ya las había desprendido para venderla o cambiarla por cocaína. Un par de amigos treintañeros del valet parking-rata (de 21) en su momento me suplicaron, de mala gana, que no tomara represalias ni armara un escándalo por el hurto, que SÓLO SE TRATABA DE UNA MÁQUINA, que sólo era dinero, que no era para tanto. Jamás pensaron en la información. La pendejez, frivolidad y estrecha visión de ese comentario me impresionó; comprendí que el futuro simplemente no era para ellos.

Esucho:
White Riot: Tributo a The Clash (revista Uncut)