jueves, septiembre 21, 2006

Malos anfitriones



Qué mala fiesta la del 15; la diferencia entre una fiesta de adolescentes y una de adultos no es el calibre de las drogas, es la atención de los dueños de la casa; hay gente fina y gente que simplemente no lo es. Para bailar, los hombres formaron una fila y las mujeres otra…qué tal, nice party eh!

Después de leer 'El viaje del Beagle Espacial' de A.E. van Vogt se pueden sacar estas dos conclusiones a) nunca dejes entrar a un alienígena a tu nave y b) si ya está adentro, al menos compórtate como un buen anfitrión. Esta autor, pilar junto con Asimov y Heinlein de la llamada época dorada de la ciencia ficción, periodo comprendido antes y durante la Segunda Guerra Mundial, sentó las bases de la mecánica fílmica y televisiva fantástica de los años posteriores. Las crónicas del Beagle Espacial, una nave que abarca tres kilómetros cuadrados y diez pisos con tripulación de mil hombres, es el antecedente directo de series como Star Trek y películas como Alien. El autor demandó a los productores de esta última película por las similitudes con su trabajo, y llegaron a un acuerdo fuera de la corte.
Las cuatro historias que componen 'El viaje…', escritas entre 1939 y 1943, nos hablan de contactos con alienígenas mientras la susodicha nave explora los confines del espacio. Los conflictos de carácter político y profesional entre sus dirigentes son también los protagonistas; la vieja rivalidad (hoy superada) entre científicos y militares, los celos y arrogancia entre investigadores, el conflicto humano como el verdadero enemigo que impide el progreso de la expedición aun cuando están en extremo peligro (¿suena familiar?). Hay incluso una advertencia encubierta hacia las dictaduras. Las criaturas que hacen de la expedición una aventura, proceden de civilizaciones extintas, y su capacidad intelectual nunca es reconocida formalmente debido a que nunca existe un intento por parte de los humanos por establecer un medio de comunicación formal (ahora bien, los alienígenas tampoco se muestran muy dispuestos). Coeurl, un alienígena con aspecto de felino y tentáculos, es descendiente de una civilización que se destruyó en el clímax de su existencia, y el recuerdo de sus habilidades técnicas le llegan en forma de flashbacks. Con Ixtl, el invitado de otra historia, sucede casi lo mismo; su cuerpo está a la deriva en el espacio hasta que es rescatado por el Beagle, y una vez dentro decide aprovechar las ventajas que le ofrece su fisonomía molecular para escapar y reproducirse, depositando sus huevos en el interior de los astronautas capturados. Sabe que su civilización alguna vez controló varias galaxias, y arde en deseos de recuperar la gloria perdida. Al final, deja amedio terminar un arma que ha construido, lo que quizá signifique la única evidencia de sus conocimientos. Me pregunto si la humanidad, al alcanzar el punto más alto de la tecnología, volverá a un estado primitivo, tal como ocurre con las criaturas de este libro, paseando entre las ruinas de su civilización y esperando la llegada de otras razas a las cuales depredar.
La única excepción en cuanto al verdadero 'contacto' o intercambio de información son los Griim, seres con morfología similar a pájaros, cuyo propio sistema telepático colectivo, al intentar contactar a los humanos, resulta ser demasiado potente para el primitivo sistema neurológico que poseen los terrícolas, al grado de creer que se trata de un ataque. Pero la criatura más fascinante es la última, Anabis, una especie de conciencia gaseosa de proporciones galácticas o dios primitivo, como quieran verlo, que está a la expectativa de nuevos contactos, y cuya presencia, apenas percibida por un destacado miembro de la tripulación (graduado del nexialismo, la summa de todas las ciencias), hace que los humanos se preparen para un encuentro que puede definir el futuro del planeta Tierra.
En resumen, tengan la certeza de que siempre se puede aprender algo de las visitas, así que nada mejor que tratarlas bien.

Esucho:
Bran Van 3000